En estos cuatro años que han marcado la desaceleración de las exportaciones en todos los sectores de la economía, hay uno que no solo no ha retrocedido un ápice, sino que avanza silenciosa y sostenidamente: El de la Agro exportación. 

Las exportaciones agrícolas anuales bordean ya los 5,000 millones de dólares y han colocado a nuestro país como líder en varios de los productos de consumo mundial. Ya no sólo de espárragos, donde somos los primeros exportadores del mundo, sino que el aumento vertiginoso de exportación de uva ha permitido que este producto supere las cifras de exportación inclusive del espárrago, alcanzando los 700 millones de dólares de monto exportable, convirtiéndose en nuestro producto bandera de exportación.

Año a año, la canasta de productos no tradicionales agrícolas para exportación crece y amplía su oferta. En palta somos ya el segundo mayor exportador del mundo y en estos dos últimos años se consolida la exportación de granadas y arándanos.

¿Qué explicación existe detrás del crecimiento de la agricultura “exportadora”, que se mantiene en aumento pese al declive generalizado de toda la economía de exportación? La respuesta no es otra que la importante incorporación de decenas de miles de nuevas hectáreas que se han sumado al sector de la producción de exportación, merced a varios proyectos de irrigación en ejecución que han optimizado y facilitado los cultivos, aunado al saneamiento físico legal de la propiedad agraria, en tierras de comunidades campesinas, comunidades nativas, tierras eriazas con aptitud agropecuaria y predios rústicos, lo que ha permitido su aprovechamiento con la seguridad de la existencia de un derecho de propiedad sobre la tierra. Es esta simple inclusión la que explica estos resultados esplendidos, sin embargo, hay una palabra mágica en el campo de la agricultura que no debe pasar de lado, es “PERSEVERAR”. Esta perseverancia es lo único que garantizará que el crecimiento del sector agroexportador sea no solo sostenido, sino de gran magnitud.

Hay que perseverar en aumentar los proyectos de irrigación, que no sean solo seis los grandes que ahora están en curso, sino extenderlos en todas las regiones del país. Esta es la fórmula que permitirá a muy corto plazo consolidar el sector de exportación agrícola, como uno de los motores de la economía nacional que crezca más que cualquier otro en épocas de bonanza y en momentos de declive como éstos constituya la Cenicienta de la economía.

Apostar a esta receta no solo le incumbe a los empresarios del sector, sino también a los de los demás sectores quienes tienen que mirar al sector agrícola como complemento importante de su portafolio de inversiones, pues en la actualidad éste les garantiza un crecimiento que no está al vaivén del derrumbe de los precios internacionales que si son marcados en otros sectores.

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